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Posts Tagged ‘solidaridad’

¿Los gobernantes tienen conciencia?

Estamos viviendo una profunda crisis económica, al menos eso nos dicen para justificar los recortes que está llevando a cabo el Gobierno y que suponen un importante esfuerzo para los ciudadanos,  Si es cierta la crisis -tengo algunas dudas-, resulta difícil de entender  la actitud de los políticos que, parece, no están dispuestos a prescindir de ninguna de sus prebendas mientras el pueblo empieza a pasar hambre.

Es indignante escuchar cosas como que habrá que reducir las pensiones porque el sistema es inviable, que se deje a miles de estudiantes sin futuro porque no pueden hacer frente a las tasas universitarias, que muchos ancianos dejen de tomar sus medicinas porque su situación económica no les permite pagar el canon impuesto por el Gobierno de Mariano Rajoy, sin olvidar a las numerosas familias que se ven obligadas a abandonar sus viviendas porque el paro no perdona y las cuotas se hacen imposibles de abonar. Mención aparte merecen los  miles de niños que no pueden hacer tres comidas al día, por falta de medios económicos. Una tragedia que, parece, no interesa a los gobernantes.

Porque mientras todo esto ocurre -que es sólo una mínima parte de lo que sucede desde que el PP asumió el poder hace poco mas de un año- seguimos observando que la clase política no sufre en absoluto los envites de la crisis. Ellos no hacen ningún esfuerzo, ni siquiera son capaces de hacer gestos para la galería. Hace pocas fechas se aprobaba en el Congreso una subvención para que el precio de los cubatas en la cafetería del  Parlamento no superarse los 3,50 euros. Medida que hubo de ser retirada gracias a la presión social, pero no porque los diputados considerasen que se trataba de una medida, cuando menos, poco ética.  Los señores diputados parece que se mueven en una burbuja que los mantiene al margen de las penurias que pasan muchos ciudadanos.  Ellos se permiten cobrar dietas de alojamiento de casi 2.000 euros -ya quisieran ese sueldo miles de  familias en este país-, a pesar de tener pisos en Madrid; algunas alcaldesas se desplazan a la peluquería en coche oficial, con cuatro escoltas, y no hablemos de los gastos de representación, sobres, resobres y gratificaciones varias.

Y todas esas prebendas se pagan con los impuestos de todos los ciudadanos, fundamentalmente, de los que cobran una nómina y que son los que menos beneficios obtienen, porque  las grandes fortunas disponen de un amplio abanico de posibilidades para tributar menos incluso que un mileurista. De verdad que a veces una se pregunta si los políticos están hechos de otra pasta y no tienen conciencia, porque mientras a la gente de la calle se le encoge el corazón cuando se habla de niños que pasan  hambre y hace lo posible por evitarlo. Ellos ni se inmutan. Ellos siguen a lo suyo, aunque no sé muy bien qué es lo suyo, porque trabajar para mejorar la vida de los ciudadanos eso seguro que no, al menos aparentemente.

Las exenciones fiscales de la iglesia

En un país con casi cinco millones de parados en el que cada vez más familias viven en el umbral de la pobreza, familias que han de recurrir a los comedores y entidades sociales para cubrir sus necesidades básicas. Donde muchos salarios no sobrepasan los 600 euros y las pensiones se quedan en 400, somos tan generosos que nos permitimos tener una iglesia que goza de unos privilegios fiscales que para sí quisieran muchos de los que no llegan a fin de mes.

Porque todos sabemos que la iglesia está exenta de abonar el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI), que supondría unos ingresos anuales de tres mil millones de euros para las arcas del Estado. En la situación de emergencia que vive el país, en palabras del ministro de Cultura, José Ignacio Wert, es, cuando menos, indecente que la iglesia siga gozando de estos privilegios.

Esa cantidad que debería ingresar la iglesia anualmente serviría para reducir la factura que están pagando duramente todos los asalariados en forma de recorte de sueldos y de merma en servicios de primera necesidad.

Pero, lamentablemente, esa iglesia, salvo honrosas excepciones, que hace voto de pobreza y predica desde el púlpito principios como la humildad, la solidaridad o la ayuda al prójimo, no quiere ni oír hablar de la posibilidad de contribuir a financiar el Estado. Y para justificar su negativa se pregunta, tal y como manifestó el portavoz de la Conferencia Episcopal, si queremos que se cobren impuestos a Cáritas.

Decir eso, señores obispos, es querer hacer trampa, porque Cáritas, que hace una magnífica labor, no se financia con fondos de la iglesia, sino que lo hace con el porcentaje que los ciudadanos destinan a obras sociales al hacer su declaración de la renta y con otras aportaciones de particulares y empresas.

Comprendo que es difícil renunciar a privilegios pero también entiendo que la iglesia, según su propia filosofía, debería de ser la primera en dar ejemplo de humildad y solidaridad, pero creo que esto último es una utopía.

Pensiones

Estos días que se está hablando mucho del futuro de las pensiones, de si es preciso aumentar la edad de jubilación hasta los 67 años, incrementar el período de cotización para calcular el importe de nuestras pensiones, congelaciones, etc, me asaltan varias  dudas.
Supongo que todas esas medidas que propone el gobierno son necesarias, o más bien imprescindibles, para mantener el  estado del bienestar y por ello es indispensable la solidaridad de todos los trabajadores. Todo esto me parece muy bien pero… y aquí empiezan mis dudas. ¿La solidaridad es cosa de todos? ¿Trabajadores somos todos los que cotizamos a la Seguridad Social? Porque, si esto es así, no encuentro razones por las que en el caso de los parlamentarios sea suficiente  una  cotizaión de siete años para obtener una renta vitalicia del 80% de su salario y once años para que esa pensión sea del 100%.  Pero bueno, seguramente es que soy un poco cortita y no alcanzo a ver dónde está la solidaridad y el apretarse el cinturón de los cargos electos. ¿O será quizá que son ellos mismos los que aprueban estas  medidas?. ¡Ah!, por cierto, para adoptar este tipo de decisiones enseguida se consigue el consenso. En fin…