Incongruencias
Vivimos en un país atípico por decirlo de alguna forma. Un país en el que los que cobran por pensar y gestionar parece que dedican su tiempo a otras cuestiones.
De otra forma no se puede entender lo que ocurre con las universidades en Galicia, no sé si en el resto del Estado sucede lo mismo aunque me temo que sí. Me explico, el pasado día 5 se iniciaron las clases en las universidades públicas, hasta aquí todo parece normal. Lo que ya carece de toda lógica es que haya alumnos, potenciales universitarios, que han de esperar al día 15 para realizar los exámenes de selectividad. Luego vendrá esperar por las calificaciones y, posteriormente, iniciar la tramitación de la matrícula.
Total, que siendo bien pensados, habrá un grupo de jóvenes que se incorporarán a las aulas un mes más tarde que muchos de sus compañeros. Probablemente esto no suponga un hándicap en su formación pero no me negarán que es, cuando menos, una situación anormal.
Resulta inconcebible que en un país -una potencia mundial, según sus gobernantes- pueda iniciarse un curso escolar cuando todavía hay alumnos pendientes de las calificaciones que les permitan acceder a las clases.
¿De verdad qué en este país no se pueden hacer las cosas de una forma racional, permitiendo que todos tengamos las mismas oportunidades? Me cuesta pensar que esto sea así pero, visto lo visto, no queda otra que empezar a creerse aquello de que somos diferentes y no precisamente para bien.
Fiestas de Ferrol
Esta tarde comenzaban oficialmente las fiestas de Ferrol con un original pregón protagonizado por ciudadanos y un concierto de Loquillo pero no será así, la corporación ha decidido suspender todos los actos del día por la muerte de un joven en la playa de Esmelle.
La medida podría ser entendible si se tratase de un fallecimiento violento, realizando labores de salvamento o algo similar. Sin embargo, este luctuoso suceso, que lamento profundamente y comprendo el dolor de sus allegados, se ha producido por causas naturales. El joven que estaba practicando surf se sintió indispuesto y salió del agua con un fuerte ataque de asma que, a pesar de los esfuerzos de socorristas y sanitarios, no pudo superar.
Sin duda se trata de una tragedia como siempre que pierde la vida una persona, máxime si se trata de alguien muy joven. No obstante, a mi juicio, esta circunstancia no justifica que se altere el programa festivo y me pregunto si, en el caso de que este chico sufriese el ataque en su domicilio con idénticas consecuencias, la decisión de la corporación sería la misma, sospecho que no.
De ser así, el Concello podría verse obligado a contratar a una persona para que se entere de los fallecimientos en el municipio y poder así actuar en consecuencia. Pienso que en esta ocasión los representantes municipales «se han pasado de frenada». La decisión suena a postureo y eso no es bueno.
De cualquier forma, quiero reiterar mi pesar por la muerte del joven surfista que una cosa nada tiene que ver con la otra.
El protagonismo de Ciudadanos
En los más de ocho meses que este país está siendo gestionado por un Gobierno en funciones ante la falta de acuerdo para investir a un candidato, Ciudadanos se ha convertido en el centro de atención de propios y extraños. Un protagonismo difícil de entender si tenemos en cuenta que los de Rivera ocupan el cuarto lugar por número de escaños (32 de 350), muy lejos, por cierto, de la tercera fuerza que le duplica en representación.
Sin embargo, los de la formación naranja, que lo mismo negocian con la derecha que con la izquierda, se permiten exigir esto, aquello y lo de más allá, como si fuesen ellos los ganadores de las elecciones. Ahora negocian con los populares un acuerdo de investidura como lo hicieron anteriormente con los socialistas, siempre presentándose como «salvapatrias».
Es muy difícil de entender ese protagonismo de una formación con tan poco peso en el panorama político, que sus diputados son insuficientes para garantizar la investidura. Tampoco es fácil de comprender la actitud de partidos con muchísima más representación que se pliegan a sus exigencias.
Muchos ciudadanos -con minúscula- estamos bastante aburridos del «buenismo» de los representantes de C’s y de su discurso de que todo lo hacen por España. Ciertamente parecen todos sacados de un santoral, aunque ya se sabe que las apariencias engañan y mucho.
Debate Iglesias-Rivera
Después de ver el debate entre Pablo Iglesias y Albert Rivera de ayer en Salvados, se pueden sacar pocas conclusiones porque, entiendo, que se trató de un diálogo en el que las propuestas políticas fueron escasas, más allá de promesas vagas a cargo de los dos políticos emergentes (como se les llama ahora). Lo que si pudimos observar fue a un líder de Ciudadanos que, con un verbo fácil y una imagen impoluta, prácticamente noqueó al responsable de Podemos que en ningún momento fue capaz de contrarrestar la avalancha del catalán. Probablemente los resultados que auguran las encuestas tengan mucho que ver con el estado de ánimo de ambos.
Pero, al margen de estas consideraciones estéticas, una cosa llamó poderosamente mi atención y fue la propuesta de Albert Rivera de que si su grupo llega a la presidencia del Gobierno, instauraría una especie de «limosna» (la palabra es mía) para compensar los bajos salarios que perciben muchos trabajadores que no les permiten abandonar el umbral de la pobreza. Y llamó mi atención porque esta iniciativa, no parece sino una invitación a los empresarios a mantener sueldos de miseria porque luego vendrá «papá Estado» para compensar.
No se pueden promover políticas de subsidios, ni ayudas, ni compensaciones, los políticos han de trabajar para que cualquier empleado tenga un salario -en función de su capacidad y su preparación-, que le permita vivir dignamente si necesidad de recibir limosnas. Cuándo se darán cuenta los que mandan -sospecho que lo saben pero no les interesa- de que la única salida para superar la crisis de las familias, no de la macroeconomía, pasa porque éstas tengan dinero en el bolsillo que les permita hacer frente a todas sus necesidades.
Con salarios dignos se intensificaría el consumo y eso favorecería al comercio, a los fabricantes, transportistas, etc. Se recaudarían más impuestos, subirían las cotizaciones a la Seguridad Social y con ello se fortalecerán la economía y todos los pilares del Estado. Parece, sin embargo, que a casi todos los grupos políticos le interesa mucho más seguir aumentando la brecha entre ricos y pobres, manteniendo a la gente subsidiada y sometida. Quieren comerse la tarta entera que eso de repartir no es nada elegante. Para eso ya están los pobres.
Las promesas del alcalde ferrolano
El actual alcalde de Ferrol, José Manuel Rey, al igual que hizo en los pasados comicios, ha remitido a los vecinos un acta notarial de cuatro páginas con su correspondiente portada con la foto del candidato, en la que presenta un decálogo de promesas -a modo de contrato- para el nuevo mandato si los ferrolanos le renuevan su confianza.
Pues bien, leyendo con detenimiento el documento, una se da cuenta de que de las diez promesas, algunas son imposibles de cumplir -porque no están en su mano-, otras son humo y la mayoría son obviedades. Así el primer compromiso que no podrá cumplir el candidato popular es el de que gobierne la lista más votada, simple y llanamente, porque eso sólo lo podrá hacer si logra la mayoría absoluta. De lo contrario, no podrá obligar al resto de partidos a que le apoyen aunque cuente con mayor número de concejales. Convendría no olvidar que en democracia -no sé si el PP tiene claro lo que significa-, los pactos son una posibilidad perfectamente lícita y absolutamente necesaria en muchas ocasiones.
A continuación dice cosas como que se compromete a fomentar el diálogo y el consenso; a anteponer los intereses de la ciudad a los del partido; a dar prioridad a políticas que fomenten el asentamiento de empresas; a velar por el cumplimiento de la legalidad vigente; a conjugar los intereses económicos e industriales de la ciudad; a seguir promocionando a Ferrol como destino turístico y a seguir defendiendo sus intereses ante otras administraciones. Señor alcalde, con el debido respeto, todo esta retahíla de promesas no son sino las mínimas obligaciones que han de exigírsele a un alcalde. ¿Para qué iba a estar al frente del consistorio sino?.
También afirma que se compromete a continuar con el programa de austeridad que comenzó en la anterior legislatura. Una austeridad que, sospecho, se mantendrá hasta que volvamos a estar en campaña electoral que, como en la actual, seguramente se levantarán todas las calles, se arreglará los parques, los mercados, etc, etc, Obras que, tal vez, son posibles gracias a los ahorros de los años anteriores. Bien.
Mención aparte merece la promesa de que velará por el estricto cumplimiento de la legalidad vigente en materia de contrataciones, concursos y adjudicaciones públicas. Parece mentira que un representante público se vea en la necesidad de comprometerse ante notario a cumplir la ley. Personalmente esta promesa me genera bastante desconfianza y me pregunto si ¿hasta ahora los concursos no eran limpios? Voy a pensar que sí
Y por último, el regidor y candidato del PP se compromete a potenciar actuaciones encaminadas a lograr la igualdad entre hombres y mujeres ¿de verdad eso tiene que ser un compromiso y no una obligación? Por cierto, en el documento no se explica que pasaría si el alcalde incumpliese alguna de estas promesas. No hace falta… no son más que palabras.
Los candidatos
A Mariano Rajoy le gusta crear un ambiente de incertidumbre y hasta diría de suspense en cuanto a su toma de decisiones, sobre todo cuando se trata del nombramiento de candidatos para encabezar las listas electorales de su partido. Sin embargo, creo que a estas alturas ya no sorprende a nadie con sus elecciones. ¿Alguien pensaba que se iba a atrever a dejar fuera de la carrera por la alcaldía de Madrid a la lideresa Esperanza Aguirre, después de que ella repitiera hasta la saciedad su deseo de ser la candidata?. No lo creo. Rajoy ni siquiera consiguió que, como contrapartida, Aguirre aceptara abandonar la presidencia del PP madrileño.
Como en otras muchas ocasiones, Esperanza Aguirre le ganó el pulso a Rajoy y me atrevería a decir que también a la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal. Y digo ésto porque la candidata a la alcaldía de Madrid, que según todas las encuestas, se tendrá que conformar con liderar la oposición en el Ayuntamiento, se comprometió a dejar la presidencia del partido en la capital si es elegida alcaldesa, pero no en caso contrario. Y ayer mismo, Cospedal dejó entrever que está dispuesta a abandonar su cargo en el partido si es reelegida presidenta de Castilla-La Mancha. ¿Les parece una casualidad, o una exigencia de la política madrileña?.
Dejando al margen las luchas internas y echando un vistazo a los candidatos que se van confirmando cada día, parece probado que falta mucho liderazgo en los partidos políticos. El caso de Esperanza Aguirre podría ser un ejemplo, se trata de una persona que lleva más de treinta años en la vida pública y que buena parte de sus colaboradores han sido imputados por corrupción y alguno incluso está en prisión sin que ella se enterase de lo que ocurría. Con este «despiste» no parece la persona más adecuada para regir el mayor consistorio del país. Pero..se ve que no hay nadie más capaz. Triste.
Si pensamos en los socialistas, que siempre tienen a gala que sus candidatos se eligen en primarias, pues bien, en Madrid se eligió a Tomás Gómez pero, según parece, no era el adecuado para los «jefes» por lo tanto «se da un golpe de mano» y se le aparta. Pedro Sánchez se olvida de las primarias y con su dedazo, al igual que hacen los populares, decide que el cabeza de lista ha de ser Ángel Gabilondo, seguramente un magnífico candidato que no es militante del partido, ni lo será según sus propias palabras. Entiendo que ésto no tiene que ser un hándicap pero es bastante desolador que en las filas socialistas no haya nadie capaz de asumir el reto de encabezar las listas a la Comunidad de Madrid.
Con tanto cambalache, tanta hipocresía, tanta mentira y tanta ansia de poder de algunos, ¿de verdad pretenden que se mantenga el bipartidismo que encarnan ambas formaciones? Lo raro sería que nada cambiara.
Rezos en la escuela
Leo con estupor en distintos medios de comunicación, que el gobierno de Mariano Rajoy ha decidido que los rezos pasen a formar parte de la clase de Religión. Por si no era suficiente que, en un país que se define como aconfesional, la religión católica forme parte del currículo académico, ahora resulta que, además, los niños habrán de rezar en las aulas. Inaudito. El gobierno del Partido Popular con este tipo de iniciativas está conduciendo a la Educación a épocas que creíamos olvidadas más cercanas al siglo XIX que al XXI en el que nos movemos.
Un país que se define como moderno y actual y que siempre pone de ejemplo de desarrollo a nuestros vecinos europeos, tiene que tener perfectamente delimitada la separación Iglesia-Estado aunque, visto lo visto, me temo que esto es una entelequia. Me pregunto quién es el Estado para obligar a todos los escolares a aprender los preceptos de una religión concreta. La elección de la religión es algo personal e intransferible -como el carné de identidad- y sus enseñanzas han de impartirse en las iglesias a aquellos que, voluntariamente, elijan esa opción. No se puede pretender adoctrinar a los educandos desde la infancia. Hay que tener claros algunos conceptos como que la educación ha de partir de la familia; la formación ha de adquirirse en la escuela y las creencias de cada cual, habrán de practicarse en los templos.
Si el gobierno de Rajoy continúa con esta dinámica regresiva, ¿cuál será la próxima ocurrencia de los conservadores?, incluir en la clase de música -si todavía existe- la obligatoriedad de aprender a cantar el Cara al Sol o Montañas Nevadas (algunos lo sufrimos) o rescatar del baúl de los recuerdos aquella asignatura denominada Formación del Espíritu Nacional, centrada en loar las virtudes del dictador. Me temo que este tipo de decisiones no hacen sino confirmar una importante involución que, cuando menos, parece bastante preocupante y que de ninguna manera deberíamos de tolerar. Conviene no olvidar que hablamos de un ejecutivo que suprimió la asignatura de Educación para la Ciudadanía porque, decían que «adoctrinaba».
La subida de las pensiones
Estos días los pensionistas están recibiendo una carta firmada, nada más y nada menos, que por la ministra de Empleo, Fátima Báñez, en la que se les informa de la subida de las pensiones que, en el mejor de los casos, rondará los cinco euros mensuales. Me imagino que la idea de las misivas, más que una información es un aviso a los receptores de tan magna cantidad porque, me temo, que sin la notificación oficial, los interesados ni se enterarían del incremento salarial, si es que se puede llamar así.
Lo que el Gobierno metido en su burbuja parece olvidar es que, para los afectados, lejos de considerarla una buena noticia, reciben la carta con sorna, indignación y considerando que se trata de una burla y yo me atrevería a decir, una burla cruel.
No sé cuánto se habrá gastado el ministerio en esta operación de marketing -porque no es otra cosa-, pero sin duda ese dinero estaría mucho mejor empleado en cualquier otro asunto. Si cree el gobierno que este tipo de maniobras les hará ganar votos, pienso que se equivocan y, por lo tanto, deberían cambiar de estrategia. Los pensionistas son mayores, no tontos.
Si bien es cierto que se trata de un colectivo al que se les hace difícil llegar a fin de mes- como a casi todos-, no es menos cierto que no están dispuestos a que se pisotee su dignidad con una carta oficial en la que se les dice, como si de un logro se tratara, que van a cobrar 1, 2, 3 ó 4 euros más cada mes. Es, sin duda, humillante.
Pensando en todo esto se me viene a la memoria la imagen la vicepresidente del gobierno, Soraya Sáinz de Santamaría, con su rictus de «pizpireta sabelotodo», diciendo que ella no tiene tiempo de gastar su salario porque trabaja demasiado. Le recordaría a la señora vicepresidenta, que a otros sí les sobra tiempo de gastarlo porque es a todas luces insuficiente y no son capaces de que les alcance hasta final de mes. Claro que a lo mejor es que comen por encima de sus posibilidades o encienden la estufa para calentar sus hogares. Son unos irresponsables, sin duda.
Señores del Gobierno guarden sus panfletos en el cajón y ahorren a los jubilados la indignación, la vergüenza y la humillación que les suponen este tipo de situaciones.